Estudio y exposición simultaneos del pensamiento de Nishida Kitaro.

domingo, 11 de enero de 2009

3.

[Jacek Yerka's art]

Filosofía no tan sólo es definir. No se trata de algo meramente conceptual. Como podemos comprobar en los conturbados desajustes en la historia de la Filosofía de la Ciencia, se hace imposible "medir con palabras". Desajustes que como consecuencia, suscitaron largos debates sobre el lenguaje, bien como el de cómo medimos, que engloba consigo el papel de la verdad. En este momento Filosofía se convierte en un amplio concepto -como puede ser el de Metafísica- y con la particularidad de que esta pretensión de actitud de explicación de la vida es dada discursivamente mientras se vive. En términos de Nishida, es formada y formante. Un debate de debates.

El pensamiento, por cierto, ocupa lugar en el espacio. La ciencia pide verificación pero no puede verificar la verificación. No puede definir la definición, mientras “la mente vive asentada en el lugar de la nada”. No tratamos, en este post, meramente de señalar una contraposición de discursos, sino más bien compartir un breve panorama del duelo teórico al que el autor asistía de lejos y que le hizo superar las dicotomías desde su misma genesis, logrando acuerdo.

Kitaro se sitúa en el cierne mismo del problema “problema”. Lo hace partiendo de la consciencia, en la que es el Error su motor: “Cuando decimos que tenemos consciencia, es porque el yo se ha superado a sí mismo. Pero una verdad tan evidente como esta, no tendrá lugar en un pensamiento que, según la lógica de los objetos, entienda la subjetividad como sustancia. Por el contrario, en el mundo de la identidad absolutamente contradictoria, que un mundo se ponga frente a otro mundo significa que una perspectiva del mundo se pone frente a otra”.[i]

Da el testimonio de un Japón en plena militarización, delirio con las cosas, grandes discursos, grandes iniciativas. Es inevitable e imposible dejar un legado fuera consonancia con su lugar y tiempo -de hecho pide para ser comprendido así- en donde la comprensión más urgente es la de nuestra comprensión-expresiva, situada en presente, para que pueda haber una verdadera comprensión histórica. Como dice en los ensayos Pensar desde la Nada, su teología “es la matriz existencial de la historia misma”[ii]. Como crítica, es un importante golpe a la lógica objetiva y materialismo dialéctico. En un nivel más sutil, un acuerdo entre idealismo y materialismo.

En su lectura encontramos, pues, acuerdo, unificación, entre pensamiento, lógica, religión y moral e historia. Nos apunta al error de, como procedimiento, “tratar de pensar lo concreto a partir de lo abstracto”, precisamente en una época de objetivismo. Y en donde, paralelamente, la propia abstracción se enfrenta a un problema similar, con la teoría de tipos, o la teoría de números, el problema de la autorreferencia, o qué es la demostración.

Para Nishida, “la materia que es objeto de las ciencias naturales es inerte no porque no pueda moverse sino porque no tiene formatividad expresiva: y la materia que no tiene formatividad expresiva no pasa de ser [una materia que ha sido] pensada. Nishida caracteriza la materia (busshitsu) en las ciencias naturales "como um mero objeto del pensamiento". De este objeto de pensamiento no resulta la vida”[iii].

Veamos el occidente. El artículo de Gödel, publicado en 1931, hace caer en el desinterés los Principia Matemática de Russell y Whitehead, y ofusca además, el proyecto de Hilbert de reducir las matematicas a la aritmética, es una buena postal. El Teorema de la Incompletud hace patente el problema de la autorreferencia en una jerarquía de sentidos. Demuestra que cualquier sistema que permita definir los números naturales es necesariamente incompleto, contiene afirmaciones que ni se pueden demostrar ni refutar. Incluso en este “ataque al corazón” de la abstracción, se siente como nunca, el problema imponerse una unilateralidad. El problema de la verificación lleva consigo el de la observación. “Ver” adquiere un significado mucho más amplio.

Ver es el hacerse mismo. “En el Zen se habla de ‘ver en el interior de la propia naturaleza y convertirse en naturaleza búdica’. Ver no significa aquí ver algo externamente como un objeto. Tampoco significa ver un yo interior por introspección. Porque el sí mismo no puede verse a sí mismo, así como el ojo tampoco puede verse a sí mismo. Y, sin embargo, esto no quiere decir que tampoco podamos ver trascendentalmente la naturaleza búdica. El “ver” del Zen significa un vuelco absoluto del sí mismo. Tiene por tanto el mismo significado que alcanzar la fe religiosa".[iv]

En Nishida, no es que "se mezclen" los conceptos, sino éstos van de la mano en la cultura en la que nos situamos. El futuro lector de Kitaro no deberá extrañarse si se siente demasiado a gusto. No concibe una teoría del conocimiento o una metafísica departamentadas, tampoco hace una cansina dialéctica de la discusión; la lógica sunyata lleva un paso más allá: hace visualizar la permanente actividad creadora, autolimitadora, constante inconstancia, punto en que se encuentra con Heráclito. Hay pues, constante autorreferencia a traves de la autonegación. Todo sale de la Nada y vuelve a la Nada, por lo que en su discurso no queda pieza sin encajarse:

"Aun el conocimiento científico es realmente tal no sólo por el método ni sólo por la lógica científica sino, basicamente, porque el conocimiento físico y, en general, el conocimiento científico es "autoexpresión de la materia misma en el mundo de la historia". En ese sentido podemos comprender el papel de la corporalidad histórica como "órgano de la ciencia", que mediante la intuición activa aprehende las cosas en una situación dada del mundo historico.”[v]

Un discurso tridimensional. Partir de lo abstracto a lo concreto equivale a dar a las palabras más valor que su contenido, la vida misma. El lenguaje, dice Nishida, es el basho, el lugar, en donde se da la expresión verbal. El Zen aconseja no confundirlas. En términos de significación, compartimos símbolos que han de ser previamente experimentados, por lo que el significado de la expresión verbal, engloba el mundo entero, el mundo vivido y viviente. Pero buscar dictar su significado, parece ser en esta lógica, el camino corto.

Desde el punto de vista del acto del juício, el mundo, en cuanto sujeto, aparece determinado temporalmente –del modo como Spinoza entiende el mundo de las sustancias- mientras que, en cuanto predicado, el mundo se presenta como misma autodeterminación del lugar –de modo similar al mundo la lógica a priori en Kant-. El sujeto, en cuanto autodeterminación del predicado –autodeterminación del predicado universal-, es objetivado.”[vi] Pero es relativo, y lo relativo en relación con lo absoluto, se reduce a la Nada.

Es en el arte, para él, en donde se da total unificación sujeto-objeto, ya que lo que se expresa es lo expresado. Hay en el arte genuina autorreferencia, inherencia viva. La expresión se da en los movimientos corporales, y el desarrollo dialéctico es actividad creativa. Es porque todo es igual que todo es distinto: las ideas van asociadas, buscan adecuación, y cuando lo hacen afirman que niegan lo que afirmaban antes. Así avanzamos.

No parece ni siquiera sospechoso que, cuando dos cosas se nos aparecen comparadas sin nuestra voluntad y una de ellas nos atañe, nos de la sensación de desacuerdo? Cada vez que comparamos, ¿no estamos, más bien, forzando una disociación de lo idéntico? ¿No buscamos acaso -con nuestro sistema económico recién fracasado-, una suerte de identidad diferenciada que recuerda al sonado llega a ser lo que eres? Y por último, ¿no habrá ido a pique el sistema capitalista por dejar que los mercados “flotasen” –sin lugar- con la magia financiera?

Lo espacial consciente o espacio-temporal, en cuanto identidad de los contrarios, se refleja dentro de sí mismo, y es a esta perspectiva a lo que solemos denominar nuestro yo. A partir de esta perspectiva el mundo consciente adquiere un orden. El acto consciente tiene siempre una orientación temporal. Auto-expresándose se define –el pasado se define en el futuro, el futuro en el pasado, el presente en el presente mismo- y esto lo hace siendo siempre consciente de su objetivo. Nuestro mundo consciente es una identidad espacio-temporalmente contradictoria, en la que lo interior define lo exterior y lo exterior define lo interior, en la que el yo expresa en sí al mundo y es a la vez punto formante de la expresión del mundo. Para que haya expresión debe haber reciprocidad: del otro al yo, del yo al otro. Llamamos nuestro yo a la perspectiva o reflejo del yo en sí mismo.”[vii]

Así no queda difícil entender que porque una cosa es igual a la otra es que todas son distintas, la unicidad de lo múltiple. La aclaración de la lógica por parte de Nishida, constituye la base de su pensamiento. Sin lugar a displicencia con las palabras, estamos ante un discurso sobrio que asume que “del ser que es pensado no puede surgir el ser que piensa”[viii], y no hay nada que encontrar en él. El autoconocimiento conlleva sistematica autoignorancia. Las teorías van negándose sistematicamente por la práctica.

Afirma que los malentendidos, en suma, “se introducen (...) cuando a lo que se concibe mediante una lógica objetiva se le atribuye de forma dogmática un estatuto metafísico como realidad de sí. Los malentendidos surgen por cosificar el concepto. En este punto me adhiero a Kant.”[ix]

***

Todo se juega otra vez en término 'comprensión', en la lógica actual. ¿Es posible, por ejemplo hablar una Inteligencia Artificial digna de llamarse así?

Hoy, lo que se hace esencial en Inteligencia Artificial es la representación del conocimiento. La forma en que es representado un dominio se sustenta grandemente en el modo en que este dominio es “comprendido”. Un programa que se limite a dar salida impresa, en un orden preestablecido, a teoremas de TNT, carecería de toda comprensión de la teoría de los números; un programa como el de Lenat con sus estratos adicionales de conocimiento, puede merecer que se lo considere poseedor de un sentido rudimentario de teoría de los números; y un programa que incorpore el conocimiento matemático a un contexto amplio de experiencia del mundo real probablemente sea el más capacitado para “comprender”, en el sentido en que nosotros creemos que lo hacemos. Esta representación del conocimiento es la cuestión esencial en IA.[x]

Y aunque a veces creamos lo contrario, la comprensión del zen al problema pensamiento-lenguaje en absoluto pasa desapercibida al pensamiento abstracto. Ellos mismos comentan:

La esencia del dualismo, según el zen, consiste en palabras: meras palabras. El empleo de palabras es intrínsecamente dualista, ya que cada palabra representa, muy obviamente, una categoría conceptual. En consecuencia, uno de los aspectos principales del zen es su pugna contra la confianza en las palabras. Para combatir el uso de palabras, uno de los mejores recursos es el koan, donde aquéllas son tan profundamente violadas que el pensamiento queda poco menos que tambaleándose, si el koan es tomado con seriedad. De manera que quizá sea erróneo decir que el enemigo de la iluminación es la lógica; antes bien, lo seria el pensamiento dualista, verbal. En realidad, el enemigo sería algo más elemental aún: la percepción. Ni bien se percibe un objeto, se traza una línea entre éste y el resto del mundo; se divide el mundo artificialmente, en partes, y como resultado, se extravía el Camino.

Koan:

Shuzan puso la vista a su corto cayado y dijo: “Si llamas a esto un corto cayado, te opones a su realidad. Si no llamas un corto cayado, ignoras los hechos. Entonces, ¿cómo tendrías que llamarlo?[xi]

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[i] KITARO, NISHIDA. Pensar desde la Nada, p. 29
[ii] Ibid, p. 58
[iii] ZAVALA, A. J., Filosofía social de Nishida Kitaro – 1935-45, p. 136 – google.books
[iv] Pensar desde la Nada, p. 77
[v] ZAVALA, A. J., Filosofía social de Nishida Kitaro – 1935-45, p. 139
[vi] Pensar desde la Nada, p. 41.
[vii] Ibid, p. 29
[viii] Ibid, p. 31
[ix] Ibid, p. 67
[x] HOFSTADTER, Douglas R. Gödel, Escher, Bach, p. 683
[xi]. Ibid, p. 280

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