Estudio y exposición simultaneos del pensamiento de Nishida Kitaro.

domingo, 26 de septiembre de 2010

La mirada devuelta

Cuando miramos a la filosofía Oriental, nos obligamos, desde ella a mirar la filosofía hecha en Occidente. Nos damos cuenta de que, 1) no existe diferencia alguna, puesto que Nishida y otros abandonan su zazen, y se ponen a tratar discursivamente de lo que "nosotros" llamaríamos "problemas". 2) Decir nosotros significa aceptar que existen "ellos", y aunque sea tan sólo un recurso, nos deparamos con todas las pegas de las comparaciones. Pues, 3) distinguimos porque somos iguales. Y en este caso, nos vemos obligados a distinguir el zazen, la práctica, de la filosofía teórica, o más bien, en lo que se convierte: una práctica teórica.

"Tan sólo una práctica teórica." Y se nos inunda el tono de frustración, como si observáramos todo un espacio de manera miope. Al fin y al cabo, se creerá, en algun momento, que este ejercício repercutirá en algun tipo de cambio, positivo. Qué busca nuestra filosofía teórica? Hacerse valer? Hacernos mejores? A quién, a nosotros, a mi, que me pongo a redactar este post?

Una filosofía que es en suma narrativa, y de la que yo no puedo escapar, frente a una filosofía del silencio, de la pura acción. El contenido de la filosofía escrita frente a su práctica. Hoy por hoy incompleta, de comentarios, de comentaristas, de caricaturas y prejuicios dispuestos a ahogarnos en nociones muy poco justas y muy ajustadas al margen de tiempo que parecen querer ser absorbidas (o no serían tan ajustadas, definitivas, torpes).

Por otro lado, desde el zazen, la filosofía occidental no queda "clara" si no es tenida como idioma, y si este "idioma" no es tenido como lugar. Desde luego, podemos "creer" que, como filósofos estamos "transformando" nuestro lugar, atrayendo a otros que coincidan con nuestras opiniones, preocupándonos en comentar este o aquél pensador, curioseando por las bibliotecas, como si de eso dependiera nuestro presente. Y nos engañamos. En oriente y en occidente. Pero sabemos, de pronto, que este engaño es necesario, y por eso mismo no es permanente.

Y aunque nos situemos involuntariamente en la visión miope de nuestra mirada a occidente, no hay que negarlo -aunque lo neguemos- que lo frustrante sigue luciéndose como frutos (del academicismo, de la esterilidad, del conformismo, de la xenofobia en relación a otros "idiomas", las prisas, la falta de interés de los profesores, el conformismo de los estudiantes, la vanidad, la avaricia, la lujúria, la pereza, la injusticia...). Pero estos frutos son a la vez necesarios para que este lado del asunto despierte, en la práctica de su crítica, su autoconciencia.

No hay comentarios: